19 ago 2015

POEMAS / Emma Villazón


 TU A Y TU E

Cuando nace un ruido o pensamiento
no se desvanece el otro, el antiguo;
ambos se juntan en gimnasia oleosa,
se sostienen y fluctúan para darse cabida
en los días y hacer un vivo tiempo medio preso.
Botones los días tejen tu abrigo de pasado y mañana.
Así el niño con manos maternas jala al joven,
y veo de tantos seres estar llena tu boca,
una pecera con prolíficos trémulos estambres.
De tantas alegrías y ahogos bailar llena tu luz
y tu a tu e aperturantes en el poema desnudo
que vos, vos nunca podrías tener un Único nombre
                                             ni alguien


DESLUMBRE MIGRATORIO

Parece  
que llegas a casa primera de aves en refacción
y palpas la severidad que imprime el movimiento.
De cerca los cambios murmuran en ropa tendida
sobre arbustos de niñez reseca. Abajo los personajes exigen gotean.
Parece que en el living una columna crece en verbos que luchan contra tantas
rotaciones. No te detengas,
                       en los pasillos haces aberturas con los dientes. Ya se
          levantará el aire a gallo añejo al que quisiste volver para no volver,
          el gallo de espuelas de plata, las latas de cielo y negrura —
                                                       Parece.           
*
como ante la vista del valle, hazte la idea,
los lugares se superponen, se vive más o menos entre roces
a un cáliz a una camilla, partiendo-volviendo, escindida, sin retorno
en el inicio no hay más que un “había una vez” demasiado viscoso
*

nocturno de calor en llanura :
capa sofocante de insectos que titilan
anfibios caracoles muchachos edificios vibrantes
sonoridad de lo inmenso espeso
que entra y sale de poros vaso libro
o también  mano que chorrea acústica tropical color ágata
y sumerge a la espalda en forma de bicho de río
*
un jazmín solo eso
es lo que se te da
lo que te penetra
dándose mudo
frente
a excasa que arde
un jazmín
sin geografía ni estirpe a considerar
         más valioso
que joya
     imprevista :
    no saberse otra     ni la misma
no saberse
(más que el estilo de lo desasido – centelleos
marinos)        
*
Muñón, instante, inicio
tal vez de un árbol
que no salió adelante.
Algo que se raspa demasiado de un lado
para que emerja del otro. No hay razón ni suavidad en esto.
Un velo dorado cubre la tarde, que comienza de noche. Y eso sigue crujiendo,
temerario, mezquino, sin salir en flor —golpeando duro— entre maderas, noticieros.
       *
A un cuarto del camino la casa primera dio paso a la segunda
la casa primera dio paso a la segunda a un cuarto del camino
A un cuarto del camino adquirieron nombres: casa de allá menguado
casa de aquí vivido casa de devoción casa de esgrimidores
casa de empeños doblegantes casa de cambios zigzagueantes
A un cuarto del camino a un cuarto del camino la piel vivía cortes oblicuos
Los hálitos de perros países monedas se fundían al unísono
y existían, no existían pérdida ni casas ni caminos a un cuarto del camino
a un salto del camino      a un tiroteo del camino       a un estallido del camino
*
                   —No insistan.
Además del dije de sangre
que nos lanza a lo mismo;
de los incontables desvelos a fin
de que no huyan sus dedos ni grupa;
de los finos amigos, zapatos, empleados
que hundimos para criar sus rutilantes empeños;
no insistan, les dejamos toda
carencia, vasija plena de fortuna,
nieve arriba-debajo de las letras, junto con
vahos sacrificiales y flores de plástico.
El redondel del camino se desploma, el barco
ya carga sus muertos. No insistan más. Deben
tragar el sol entero, la continuidad de un
tono blanco bordado tan agudo—
tan grávido
                                           
                                                             —No inciden sus lazos ni huestes;
   se abrió el baúl de sombras veinte veces.
                                     Las cabezas de ciervo corren
                           para hacerse una lluvia un sin-nombre
                                      una aldaba un peso azul verde. Entre
                           lo venido y lo elegido, entre permanecer
                                     y partir, aconsejó el cielo: cómo desencallar de ahí
                                     sino enturbiando, tejiendo de cabeza
                                     en la barba de antecesores y descendientes:
 “todo se queda con uno;
                                                                    y nada se queda
no hay nada  —   todo es”. 



PARLAMENTO

No se aleja quien nunca se va,
sale por la puerta real o irreal
y se despide en tono de lluvia ascendente o pájaro.
Nadie parte fácilmente y quizás nunca del todo
de instancias mayores, sobre todo
del lugar del origen, de esa torre ambigua
y amenazadora, siempre hambrienta de sueños idénticos.
No hay quien no requiera tiempo y fricción
para alcanzar la corrida en pos de su lengua.
El punto de tensión entonces
no reside en la cantidad de escenas y abrazos que aletean
o qué ciudad a mediodía se abandona, sino con qué
perfiles, llaves, piernas de sombra y cielos plegables
se parte, con qué
gigantes en sonrisas
—dijo aquella que se va
en la intersección del pájaro



(De "Lumbre de ciernos". Emma Villazón, 1983-2015)

24 ene 2014

PATRIMONIO BOLIVIANO / Laura R. Martínez

(esta entrevista fue realizada en 2011 con el propósito de ser publicada en una revista literaria de Buenos Aires, los vaivenes de la publicación -para no extenderme en detalles- hicieron que quede guardada todo este tiempo. creo en la palabra de esta autora y creo que está bien publicar esta vieja entrevista en este espacio. también como un gesto de ir hacia allá, a donde voy)

Jessica Freudenthal asegura que nació de pura casualidad en Madrid (España) el 6 de junio de 1978 y que es boliviana. Aunque esta primera línea parezca buscar una objeción, lo cierto es que Freudenthal llegó a Bolivia con tres años de edad, durante el gobierno militar de Luis García Meza (gobierno de facto que contó con el apoyo de la “inteligencia militar” argentina). “Como mis padres son bolivianos –relata– optaron por esa nacionalidad y crecí acá, en La Paz, Bolivia. La circunstancia fue la del retorno, el regreso de mis padres y mis abuelos a su país, al mío.”  
  
¿Cómo vivís la política? ¿Te interesan las ideologías?
Vivo la política como cualquier ciudadano de a pie.

Foto: Anuar Elías
¿Sentís que Bolivia determina de alguna forma tu producción literaria? Si así fuera, ¿a través de qué cosas lo notás?
Creo que el lugar donde escribes no determina pero si influye en la producción. Por ejemplo Hardware [su segundo libro, publicado en 2004] absorbió el humor negro mexicano, la risa ante la muerte, pero también las palabras, el ritmo del lenguaje. Ahora en Bolivia acabo de producir Demo, que está a punto de publicarse, es un poemario que habla sobre el proceso de “cambio” y los procesos político y socioculturales que se viven actualmente en mi país. Influyó entonces en mi escritura el sujeto poético plural, como el de los discursos políticos, y una serie de elementos históricos. El lenguaje de un lugar, su cadencia, sus movimientos, siempre influye en la manera de ver el mundo. Creo que vivir aquí también determina mi producción por la escasa (comparada con otros países como Argentina, Chile, México, etc.) producción y difusión de la literatura. No sé exactamente qué puede influenciar eso en mi escritura, pero creo que lo hace, me permite siempre volver al humor. Sin embargo, produje otro libro inédito que se titula El filo de las hojas, y es sobre un asesino serial (que asesina mujeres, y las mujeres son las letras del alfabeto), en ese libro el registro de la oralidad, el ritmo del lenguaje de Bolivia, se pierde. Tampoco el tema responde a mi contexto. La poesía es ficción, es literatura, en ese sentido el territorio no determina necesariamente la escritura. Otra cosa es lo que dije, respecto a la producción como tal, es difícil producir en Bolivia porque no hay apoyos estatales, becas, talleres, editoriales hay pocas, etc., son factores que limitan las posibilidades de producción de una u otra manera.

¿Qué descubriste con este último libro que mencionás, “El filo de las hojas”?, ¿descubriste al asesino? En otros términos, ¿qué mata al lenguaje?
El asesino me mató a mí, es decir, el libro quedó incompleto para siempre. No se puede matar al lenguaje. Por lo menos, mi asesino no pudo, yo no pude. Yo no descubrí nada, volví a la reconocida conclusión sobre la imposibilidad de la escritura.

Y con “Demo”, ¿cuál fue la búsqueda o la expresión/motivación que provocó ese texto?
Demo es un libro que parte de una tristeza, un desarraigo, un vacío. Cuestiona al sujeto poético plural, al “Nosotros”. Escuchando los discursos de cualquier político, es posible notar la implicación y de los sujetos a través de la palabra “Nosotros”: nosotros creemos que… hemos fundado tantas escuelas… nosotros queremos…. Decidí cuestionar este “nos” a través de un sujeto poético plural, que intente hablar como la masa. Por otro lado me dediqué a leer a Simón Bolívar, sus textos fueron perfilando el Demo, ante un país que replantea su constitución política del estado, y es hoy en día un estado plurinacional, así mismo releer el himno nacional, y darle la vuelta. Demo además se pregunta qué es un poema… Para qué sirve… Dónde comienza un poema, dónde comienza un país… dónde termina. Demo es una búsqueda de identidad. Demo es un ensayo, un simulacro, una demostración, una prueba, otro experimento… Y también intenta decir algo sobre la democracia: el pueblo y el gobierno… Me motivó a escribirlo ese “nosotros”, ese tomar parte de la opinión de todos. Me motivó a escribirlo todo lo que viene sucediendo en mi país.

¿Te ha costado publicar este libro?
No. Esta vez no. Tengo el respaldo de Hardware que fue reeditado. Eso me abrió las puertas de Plural editores, quienes se mostraron interesados desde el año pasado en publicar el libro, pero yo he continuado afinándolo. Es un libro que comencé a escribir en 2008. En 2009 estaba “listo”, pero no me convenció. Me ha costado publicarlo porque no termino de escribirlo. He tenido la suerte de que también se publicará con Catafixia editores en Guatemala, eso me ha dado mucha alegría.

¿Qué importancia le atribuís al publicar? ¿Cuál es tu necesidad de escribir y publicar?
Publicar para mí es decir lo que siento. Podré equivocarme, cambiar de parecer, pero mi necesidad es decir, por más ficcional que sea lo que digo, o por más apegado a una realidad. Mi necesidad también es crear, cambiar, crecer, pero sobre todo, aprender. Cada libro es un aprendizaje. Considero importante publicar, pues como se dice, los textos dejan de ser tuyos y pasan a ser de los lectores. Haces una distancia con esos textos. Ya no te pertenecen.

¿En qué circunstancias diste a conocer tus primeros textos?
En Bolivia no me iba bien con mis textos. Cuando me mudé a México en el año 2001 comencé a publicar en pequeños pasquines y revistas. Allí mi nombre empezó “a sonar” y comenzaron a invitarme a lecturas y festivales, y a publicarme en una que otra antología. También utilicé mucho la web, para difundir lo que hacía, o lo que creía que hacía. Luego, el 2004 se publica Hardware, ganador de una mención del Premio Nacional de Poesía Yolanda Bedregal, el hecho de ganar una mención en un premio supuestamente importante en mi país, hace que el poemario se difunda. Además ese libro lo envié a varias bibliotecas, universidades, se lo regalé a escritores, amigos, lo vendí en ferias, lo llevo a todos mis viajes, es decir, me autopromociono (aunque muchos artistas y escritores detestan esa palabra). Por ese trabajo de autodifusión, el libro llega a conocerse, me invitan a varios festivales y el libro se sigue promocionando. Ahora está en su tercera edición.

¿Qué implica esa distinción entre “lo que hacía, o lo que creía que hacía”?
La escritura creativa en mi caso se daba, pero eso no asegura el rigor ni la calidad. No siempre fui conocedora de todo lo que es poesía, ni del género, ni de los autores. Me sentía atraída por cierto tipo de escritura y de autores, pero mis textos eran muchas veces producciones viscerales. Cuando comencé no siempre estuve segura de si lo que hacía era poesía, o qué tipo de poesía; tampoco manejaba concientemente todos los términos teóricos para definir, estructurar o planificar mis textos, como puedo hacerlo ahora. No digo que el acto sea controlado y conciente, pero vas adquiriendo herramientas y mañas con la práctica y el rigor. Por ejemplo, si en Hardware utilicé la intertextualidad y distintos registros del sujeto poético, es una obra que escribí entre mis 17 y 21 o 22 años más o menos, y se publicó a mis 25, por supuesto que muchas veces “creía” intuía muchas cosas en mi escritura, no estaba plenamente consciente de toda la estructura, las formas y los elementos que se dan en esa obra. Hoy es distinto, puedo dirigirme mejor, con más herramientas (y mañas).

Y esa duda sobre la importancia del Premio de Poesía Yolanda Bedregal, ¿la manifestaste por el premio en sí o por los concursos en general?
Uy, que detallistas en las respuestas. La duda es en la importancia de los premios en general. En Bolivia el premio de novela creo que es de 10.000 dólares o más, el de poesía es de 2000 ¿por qué? Otro ejemplo, quedé finalista en el premio Loewe de poesía en España, según la lista que me enviaron de 700 obras participantes Demo quedó entre las 17 finalistas ¿y? ¿eso a quién le importa? ¿a mi ego? ¿a mi bolsillo? Los premios son una cuestión del momento, el jurado, el azar. Sin embargo, no creo que los premios sean lo peor de lo peor, algo bueno traen: el dinero que a nadie le cae mal. Por eso he sido jurado tanto del premio nacional como del premio de poesía joven, para apoyar a escritores jóvenes y reconocidos, y respaldar a eso que fundamenta y en muchas dimensiones da sentido a mi vida que es la poesía.

Volviendo al tema de las publicaciones, ¿pensás igual de la autodifusión respecto de la autoedición?
La verdad me da igual. Yo en algún momento me autopirateé, mi editorial que sirvió para el tiraje de 130 Hardware se llamaba “editorial pirata de autor”, y la idea era que los autores que no podían reimprimir, reeditar o publicar con editoriales bolivianas o extranjeras que distribuyen acá en Bolivia, pudieran tener un cierto número de libritos. En mi caso, el Hardware se había agotado, y estaba cansada de esperar la reedición, la gente me pedía libros, así que me autoedité, con fotocopias, empastados y stickers. También colaboré con la Yerba Mala Cartonera [sello con el que publicó Poemas ocultos en 2006], pero me distancié justamente por la falta de interés en publicar poesía local y latinoamericana. Siendo una editorial alternativa y con otras miras, pensé encontrar una línea distinta, pero bueno, no fue así, y ellos siguen un buen camino. La autodifusión y la autoedición son decisiones de cada autor.

¿Vivís de tu escritura? ¿Siempre poesía?
No. Trabajé varios años como profesora en colegios. Luego estuve casi cuatro años dirigiendo el Centro de Acción Pedagógica de la Fundación Simón I. Patiño en La Paz, cargo que me permitió realizar el proyecto “Sensibilización Poética para niños y niñas de Bolivia” junto a mi grupo de promoción y animación de la lectura “Chuymampi Ser de Corazón”, llevando la poesía boliviana a las escuelas y a los niños. Era un trabajo apasionante, pero como también era administrativo no me dejaba tiempo para crear y me producía mucho stress. Así que ahora estoy desempleada, doy talleres de poesía en mi casa, y estoy buscando trabajo nuevamente como profesora, correctora, etc. Realizo consultorías para editoriales, talleres para niños y maestros sobre comprensión y animación de la lectura, producción de textos y escritura creativa. Continúo con el grupo “Chuymampi Ser de Corazón”, pero actualmente me dedico a terminar de estudiar literatura en la UMSA [Universidad Mayor de San Andrés, La Paz]. Es decir,  hago lo que puedo. Lo bueno es que son trabajos ligados a la lectura, que es lo que más me interesa. Sobre la segunda pregunta, me gusta también escribir ensayo, artículos y reseñas que han sido publicados en revistas web, blogs, periódicos y revistas literarias bolivianas. He intentado el cuento breve, pero la narrativa no se me da muy bien. Poesía sí, casi siempre, en distintas formas.


Presentimiento, origen del territorio.-
Habitualmente, en vos, ¿cómo aparece el poema? ¿Desde dónde se da esa escritura?
El poema aparece cada vez distinto, no hay algo habitual. Habitual es el rigor y la dedicación de escribir y leer. Habitual es el tiempo dedicado a la lectura, relectura y reescritura. Pero el poema no aparece de forma habitual, es siempre sorprendente. Escribo desde donde puedo, desde donde quiero. Muchas veces desde la cabeza más fría, otras muchas desde las entrañas más calientes. Me gusta trabajar los sujetos de enunciación, las perspectivas del hablante lírico. Me gusta escribir desde un lugar distinto cada vez, pero ser fiel a mí misma. No sé si el poema “aparece”, creo que es como en un acto de ilusionismo: lo haces “aparecer”. Trabajas en tus imágenes, en el tema, en el motivo que te provoca, pero sobre todo en los efectos de sentido que quieres que el texto produzca, y también te dejas sorprender por las palabras. El verdadero poema “aparece” del ejercicio de la relectura y la reescritura.

¿Ese ejercicio se podría asociar más a la palabra: sistema, método, inspiración o espontaneidad?
Sí, es un procedimiento, un sistema, que tiene también algo de espontaneidad. Si no, sería una cosa fría, calculada. El poema nace de algo que se quiere decir.

¿Hay algún autor o relato que atesores por actuar como llave hacia tu escritura?
Muchos. Pero al que siempre regreso es a Vallejo. César Vallejo es una clave y una llave.

¿Quiénes sentís que te formaron en la poesía? 
Los libros, las lecturas. En ese sentido, indirecto y casi fortuito, Jaime Sabines fue uno de mis primeros grandes maestros. Luego seguí con Baudelaire, Rimbaud… Y ya más adelante Juarroz y Pizarnik. Hasta que llegué a Vallejo y otros peruanos. En mis lecturas también fui haciendo camino por todo aquello que es poesía experimental, sobre todo visual, entonces, considero que me formé siguiendo por ejemplo a los Concretistas, y también a todo lo que es vanguardia y postvanguardia en poesía. Sin embargo, uno no puede negar encuentros maravillosos con guías en la escritura. Tuve la suerte de tomar un taller con Raúl Renán en el Centro Cultural del Bosque cuando vivía en México D.F. Un taller de poesía experimental de casi 8 meses de duración. Renán fue uno de los que me formó. En Bolivia considero que me han compartido algunas luces Blanca Wiethüchter, con quien tuve la oportunidad de tomar un taller, Humberto Quino, Rubén Vargas y Mónica Velásquez. Tomé varios talleres de escritura con otras personas que me dieron pistas. Creo que un libro siempre es un maestro, en ese sentido, casi todos los libros que leí me formaron en la poesía.

¿Cuál fue una notoria y apreciada pista para vos?
Como dije, qué leer, o alguna película, el nombre de un autor, el título de un libro.... Por ejemplo cuando en México conocí a la poeta Yamilé Paz Paredes, su escritura fue más que una pista, fue una puerta, y todo lo que ella me permitió conocer y leer. Algunas de las pistas fueron metodologías para comprender la poesía, para saber cómo abordarla, la comprensión de la lectura entonces para producir, en este caso. Sigo pensando que las pistas, las respuestas y las preguntas te las dan los libros, los autores. Por ejemplo, leer a Zurita, a Lihn, a Lira, a Maquieira… para mí ha sido más que pistas, han sido retos, para la lectura y la escritura.

Y ¿cómo llegaste a Juarroz y Pizarnik?
A Pizarnik no recuerdo como llegué… Cuando estás dentro de la poesía Pizarnik es inevitable, por uno u otro lado aparece. Alguien dice su nombre, la ves citada en libros de ensayo; en mi caso, no la estudié en la carrera de letras, por lo menos no su poesía, analizamos sus relatos. Pero a Pizarnik llegas, no hay cómo perderse, y a la vez, estás absolutamente perdido cuando la encuentras. Creo que el gusto personal también te lleva, Pizarnik tiene temas a los que recurrentemente regreso, como por ejemplo, la muerte, la extracción de la piedra de la locura y los textos que se refieren a la Condesa Sangrienta (Bathory) fueron un importante referente en mi adolescencia medio oscura y seudo darketa. Además, también porque siempre me gustaron los escritores metalingüísticos, aquellos que hablan sobre el lenguaje, la palabra, la poesía. Vallejo me atrajo también por eso. Juarroz aparece en esa búsqueda, y cuando vivía en México pude acceder a revistas donde lo entrevistaban y aparecía algo de su obra.


Frente de exploración.-
¿Crees que es importante lo nuevo en la expresión artística? ¿Por qué?
No sé bien como explicar esto de “lo nuevo”. Creo que la originalidad es parte de ser un buen lector, conocer lo que se ha hecho, por si se da la repetición, que sea conciente, sabiendo quiénes han trabajado qué cosas. Es imposible conocerlo todo. “Lo nuevo por lo nuevo” no me parece interesante. Creo que en el arte lo nuevo debe tener una propuesta que lo fundamente, una base sólida, de conceptos, de ideas, es decir, que sea una propuesta sólida. Como sucedió con las vanguardias, muchas de ellas intentaron transformar, reelaborar, el concepto de lo que hasta entonces se conocía como “arte”, en ese sentido la búsqueda de “lo nuevo” me parece interesante.

¿En vos lo nuevo lo atribuís a una búsqueda consciente y metódica o más a un disfrute de explorador?
Ambos. El rigor, la búsqueda (lectura consciente y metódica) pero si esa búsqueda no deviene en disfrute y placer, estaría perdida.

Alguna vez, ¿dudas de la poesía? Si así fuera, ¿en qué circunstancias?
Dudo cuando veo que la poesía sirve para el ego, para las roscas, para el poder, para publicar malos libros, para llenar los estantes. Después, no dudo.

En tu perfil de facebook te presentas como fundadora del exageracionismo. ¿Esa expresión es una ironía vanguardista?
Soy tan exagerada que si hubiera podido “crear” o dar inicio a una vanguardia sería esa: ¡el exageracionismo! Sí, es una ironía, obviamente. Todas las vanguardias son un poco “exageracionistas” y extremistas a mi parecer. Pero soy admiradora de ellas, y en la ironía va implícito mi homenaje.

¿Quisieras dar a conocer algunos de los puntos del manifiesto exageracionista?
No. Porque no hay.


Oficial de turno.-
¿Sos consciente de la referencia de tu escritura para las nuevas generaciones de autores bolivianos?                                                      
Sí. No significa que sepa con exactitud qué de mi escritura es una referencia. Pero entiendo que Hardware es un poemario que va por su tercera edición, como dije, cosa que sucede con muy pocos libros en Bolivia, y que por lo tanto ha tenido buena difusión y alcance. Además, he podido leer nuevos poetas con quienes comparto esa visión irónica del mundo, de las relaciones interpersonales, de la desacralización e inversión de roles. Una referencia es simplemente eso, un referente, para bien o para mal.

Como compiladora de la joven poesía boliviana, podrías comentar ¿qué escritores y/o estéticas percibís que marcaron a los escritores de tu generación?
Esto es muy difícil, cada quien tiene sus lecturas y su mundo. Sin embargo, en la introducción de Cambio Climático panorama de la joven poesía boliviana, el crítico Juan Carlos Ramiro Quiroga propuso que la mayoría de los autores habían leído a Pizarnik. Ella puede ser uno de los autores que marcó de alguna manera, pero no puedo asegurarlo. No podría responder concretamente esta pregunta, creo que son varios los autores que marcan a cada voz, pues insisto, cada quien tiene sus lecturas. La música es un elemento que sí ha marcado profundamente esas escrituras. Pienso que las estéticas vanguardistas y experimentales no se han diversificado ni explorado en Bolivia, y que quizás ello marca cierta contención de la escritura.

¿Quiénes o qué caracteriza el canon literario en Bolivia?
Pregunta difícil. No sé si hay un canon literario determinado y delineado en Bolivia. Recientemente hubo un gran debate sobre las “10 mejores novelas de Bolivia”, no sé en qué haya quedado. En las unidades educativas y de parte del estado no hay un plan lector definido, que elabore un canon dirigido a las lecturas básicas y fundamentales en nivel escolar, por ejemplo. En la Carrera de Literatura (sólo hay una en toda Bolivia) llevamos pocas materias dirigidas a la lectura de literatura boliviana, la poesía no tiene un lugar privilegiado. Pero leemos algo. Creo que hay lecturas fundamentales para los distintos “géneros”, pero es todavía un canon en construcción. En narrativa disfruto los cuentos de Oscar Cerruto, Augusto Céspedes. En poesía Saenz es indispensable, en géneros experimentales Borda es un pilar… El canon se perfila poco a poco. No sé exactamente por qué se caracterice. Sé que en la Carrera de Literatura de la UMSA el Dr. Guillermo Mariaca, docente del Taller de Literatura Boliviana tiene el objetivo de elaborar un canon de la literatura boliviana, explica él, que sea capaz de sustituir al que existe actualmente y al que le falta sustento teórico. Pienso que el canon está en reelaboración, con una mirada crítica de parte de las nuevas generaciones que tienen distintas lecturas y posturas ante el mundo.

¿Crees que esa falta de instituciones y planteos teóricos en la poesía también podría leerse como un beneficio para los escritores más jóvenes, para su acceso a espacios aún no tomados en la expresión?
Hay algunas lecturas críticas y planteos teóricos, pero falta difundirlas, socializarlas. Pienso que mi exposición literaria devino por otro lado. No sé exactamente cual. Sin embargo, a pesar de que la falta de instituciones y planteos teóricos puede dar ciertos accesos, creo que es una carencia. Por suerte los últimos años se ha encarado la lectura de poetas importantes bolivianos, realizando las obras completas de varios de ellos en ediciones que incluyen ensayos y estudios. Esto permite un conocimiento y un flujo distinto tanto para los críticos como para los creadores.

Pareciera haber varios jóvenes autores bolivianos residiendo afuera de su país y, aún así, desarrollando sus carreras literarias en Bolivia, ¿percibís lo mismo? Si así fuera, ¿a qué condiciones intuís que podría deberse?
Hay de todo. Hay varios autores jóvenes viviendo afuera, pero muchos viven en Bolivia y publican aquí. Las condiciones son muy variables. No creo que haya una sola. Tampoco me parece correcto dar una respuesta por intuición, pero creo que sería interesante analizar este fenómeno, y conocer por qué salen: estudios, trabajo, búsquedas personales, no lo sé. Yo salí, por ejemplo, para estudiar literatura en otro país, considero ahora que la Carrera de Literatura en Bolivia en la Universidad Mayor de San Andrés no tiene nada que envidiar a las carreras de México y España. Lo que sí extraño son los talleres literarios, las actividades, presentaciones de libros, enormes bibliotecas, casas del poeta, librerías con variedad de textos… Eso era una ventaja.

Desde otro lado, ¿qué escritores o libros debe transitar una persona que desconoce la literatura boliviana y desea incorporarla a sus lecturas? (no necesariamente poesía)
Ricardo Jaimes Freyre, Franz Tamayo, Hilda Mundy, José Eduardo Guerra, Augusto Céspedes,  Oscar Cerruto, Julio de la Vega, Edmundo Camargo, Luis Luksic, Arturo Borda, Jaime Saenz, René Bascopé, Jorge Suárez, Jesús Urzagasti, Blanca Wiethüchter, Humberto Quino. Guillermo Bedregal, Adolfo Cárdenas... Son los nombres que se me vienen a la cabeza. Seguramente me olvido de muchos. Entre los escritores jóvenes hay propuestas muy interesantes, como la novela Cuando Sara Chura despierte de Juan Pablo Piñeiro, y varios poetas como Anabel Gutiérrez, Millenka Torrico, Sergio Gareca...


Límite como extensión.-
¿Cómo se da tu acercamiento a la experimentación poética?
Primero porque se me daba “experimentar” con las palabras. Luego a través de las lecturas: Mallarmé, poesía concreta, Vallejo, Girondo, Huidobro… Las lecturas te abren el camino. Oquendo de Amat, y posteriormente Raúl Zurita. Hay muchos autores que he leído, pero el acercamiento se da porque empiezo a producir poemas “distintos” y en ese camino voy buscando referencias sobre la experimentación con la palabra. Más adelante, como comenté, tomo un Taller de Poesía Experimental con el poeta Raúl Renán en México, y allí consolido el gusto y pasión por ese tipo de poesía. Investigo mucho sobre este tema, me interesa, sé que en Argentina y Uruguay hubo revistas dedicadas a ella, y experimentalistas como Edgardo Antonio Vigo.

¿Qué clase de experimentación realizas?
Intento experimentar tanto en la forma, el soporte y el contenido. Como dije, por ejemplo, me gusta experimentar con enunciación. Otra forma es a través de lo que se conoce como “poesía visual”, utilizando la palabra como un objeto, esto no es novedad, pero tiene infinitas posibilidades. Los soportes son otro medio a través del cual, por ejemplo en el videopoema “Occiriente”, creación conjunta de Anuar Elías, mi esposo, en base a mi poemario Demo. Él hizo la propuesta de guión, de animación, musicalización, y bueno, fuimos coincidiendo en el soporte y otros temas. Me interesa la interdisciplinariedad. Me interesa también indagar sobre las posibilidades de la palabra en otros soportes, pero también sobre los límites del lenguaje escrito.

¿Sobre qué aspectos indagas?
Ahora los soportes. También los poemas que evidencian las relaciones de los morfemas y fonemas en el movimiento, explicitar como cambian de lugar y producen tanto otros significados como otros sentidos. Pero no sé con seguridad. Experimento, simplemente.

Crees que sería apropiado continuar hablando de literatura frente a la experimentación con la palabra en otros medios.
Gran pregunta. ¿Video poema? ¿Poesía virtual? Son extraños estos nombres, pero no dejan de lado el nombre del que se conoció como género literario. Este sería un gran debate. ¿Arte contemporáneo? No tengo las respuestas, pero seguiré mucho tiempo sobre esta pregunta.

Vivir la poesía a través de otras disciplinas, ¿qué tipo de preguntas te generan en torno a la escritura?
¿Qué es y qué no es poesía?, ¿cuáles son los límites de los llamados “géneros literarios”?, ¿cómo trabajar poesía en un mundo como el de hoy?, ¿qué otros soportes cohabitan y conviven con la poesía?

Llegaste a avanzar sobre la respuesta de alguna de estas preguntas.
Uff… Divagaciones… En ello se me irá el tiempo.