Un pequeño adelanto del libro "Lumbre de ciervos", de Emma Villazón, que será presentado por la poeta Paura Rodríguez y el narrador Saúl Montaño, el próximo miércoles 23 en el Centro Cultural Santa Cruz (Santa Cruz, Bolivia).
Cé Mendizábal ha escrito: "Emma Raquel Villazón es la re-creadora de una poética que se mira y se lee con una mezcla de admiración y asombros de distinto ropaje, pues no solo raspa y raspa sobre un lenguaje de variada hondura y densidad, sino que además comprime y estruja la sintaxis —como para decirnos que el laberinto es el sueño de la línea recta—, e incursiona en lo hermético como para decirnos que es necesario voltear y lanzar las piedras al aire para descubrir sus sentidos y nuestro sentido".
Cé Mendizábal ha escrito: "Emma Raquel Villazón es la re-creadora de una poética que se mira y se lee con una mezcla de admiración y asombros de distinto ropaje, pues no solo raspa y raspa sobre un lenguaje de variada hondura y densidad, sino que además comprime y estruja la sintaxis —como para decirnos que el laberinto es el sueño de la línea recta—, e incursiona en lo hermético como para decirnos que es necesario voltear y lanzar las piedras al aire para descubrir sus sentidos y nuestro sentido".
Sueño del hijo
Sube a un alto puente y
mira los techos codearse
con la desnudez del
cielo; es un paisaje tan celeste umbrío
que imagina se esparce
un ángel.
—Todavía no sé si tengo el hijo, dice.
¿Qué hijo? En el sueño me daban el hijo en un
cerro
en una aventura
alpinista entre ramas copas densas caía
redondo rosado granada
germen taurino auténtico —las píldoras
traicionaban entonces (a
pesar de la marca) y los cerezos
volvían sus manos
dulzonas en gesto de despedida
No sabía qué pérdida
desde mi cuerpo emergía
de pronto venía el hijo
como el nombre de un
dios cerrado o un indio
coloso con el que solo se puede
hacer piruetas para no
caer ante él; luego él lloraba
en mis brazos ¿¡Un indio coloso!? Sí,
sobresalía él, pequeño
salvaje untuoso robusto en
mi pecho e iba hacia mariposa o marca glacial infinita
cargado a mí lo llevaba
a mi oficio de espía de tramas y arbustos
Lo único que sabía era
que él no era mío a leguas lo olía
aun así, depositaria de
zumbidos secretos, de un boquete terroso fluctuante
me asumía, debido a un
ser no mío, siempre en el
sueño: él me devoraba una
oreja lentamente con su boquita
en acción conjunta con
la almohada
el colmo de lo extraño me venía el hijo, el no-hijo
—Todavía no sé
si
voló
Líneas sobre la tierra
Lo que no estaba, lo que
desconocían los mercaderes,
los jinetes, un asomo de
sol instintivo. Desde su médano, pedía crédito
el día. Nadie sabía
adónde habían volado las parteras (solo el aire las oía,
atrapadas entre musgo y
barro), mientras los perros
cometían el letargo. Era
el tiempo de la caravana crecida,
con su traqueteo de
bienes descalzos y dientes límpidos,
desde donde todas las
páginas decían empezaban. Como si
las ramas del deseo
tuvieran raíces fijas, contables.
Nudo:
Los mercaderes creen en el origen, en la perpetuidad
de la economía familiar,
confían en que traspasan
horizontes sobre
caballos coherentes.
Nudo
II: Los mercaderes creen en ellos mismos,
lo que es lo mismo que
decir en el mercado pero como principio infinito.
[en breve subieremos más textos de Emma Villazón (Nace en Santa Cruz de la Sierra, 1983. Es escritora y licenciada en Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales. Cursó la carrera de Filología hispanoemaricana en la UAGRUM. Ganó el Premio Nacional "Noveles escritores" de la Cámara Departamental del Libro de Santa Cruz, con Fábula de una caída (2007). Actualmente residen en Chile, donde cursa el Magister en Literatura latinoamericana y chilena en la Universidad de Santiago de Chile
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